A la llaga de la mano derecha.
- Adoramos, Señor, la llaga de tu mano derecha, y por ella te pedimos nos concedas la
gracia de hacer siempre buenas obras. Amén.
A la llaga de la mano izquierda
- Adoramos, Señor, la llaga de tu mano izquierda, y por ella te pedimos la gracia de que
nunca te ofendamos con nuestras manos. Amén.
A la llaga del pie derecho
- Adoramos, Señor, la llaga de tu pie derecho, y por ella te pedimos la gracia de poder
caminar siempre por los senderos que conducen a la vida eterna. Amén
A la llaga del pie izquierdo.
- Adoramos, Señor, la llaga de tu pie izquierdo, y por ella te pedimos la gracia de evitar
toda mala compañía y todo lo que pueda arrebatarnos la inocencia. Amén.
A la llaga del sagrado costado.
- Adoramos, Señor, la llaga de tu sagrado costado, y por ella te pedimos la gracia de
encontrar siempre en él un refugio seguro contra todas las tentaciones y asaltos del maligno
enemigo. Amén.
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y
ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle diciendo:
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, de tu corazón traspasado salió sangre y agua, signo de cómo la Iglesia
nacía de tu costado; por tu muerte, por tu sepultura y por tu resurrección vivifica, pues, a tu
Iglesia.
Tú, que te acordaste incluso de los apóstoles, que habían olvidado la promesa de tu
resurrección, no olvides tampoco a los que por no creer en tu triunfo viven sin esperanza.
Cordero de Dios, Víctima pascual inmolada por todos los hombres, atrae desde tu cruz
a todos los pueblos de la tierra.
Dios del universo, que contienes en ti todas las cosas y aceptaste, sin embargo, ser
contenido en un sepulcro, libra a toda la humanidad de la muerte y concédele una inmortalidad
gloriosa.
Cristo, Hijo del Dios vivo, que colgado en la cruz prometiste el paraíso al ladrón
arrepentido, mira con amor a los difuntos, semejantes a ti por la muerte y la sepultura, y hazlos
también semejantes a ti por su resurrección.
Padre nuestro
ORACIÓN
Mira, Señor de bondad, a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó
el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Jesucristo nuestro Señor.