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Libro de otras Oraciones:
EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN DEL SANTÍSIMO

Cuando asistas a esta celebración litúrgica, no dejes de hacer actos de fe y de
adoración con deseos de reparar las ofensas que se hacen al Señor en la Eucaristía. Al
empezar, suele cantarse este himno:

PANGE, LINGUA, gloriósi /Córporis mysterium/ Sanguinisque pretiósi,/ Quem in
mundi prétium/ Fructus ventris generósi/ Res effúdit géntium /

Canta, oh lengua, del glorioso/ Cuerpo de Cristo el misterio,/ Y de la Sangre preciosa
que,/ en precio Vertió el Rey /de las naciones del mundo/ Fruto del más noble seno

Al terminar la bendición se suele cantar:

TANTUM ERGO, sacraméntum/ Venerémur cérnui;/Et antíquum documentum/
Novo cedat rítui;/Praestet fides suppleméntúm/ Sénsuum deféctui./Genitóri, Genitóque,/
Laus et jubilátio;/Sálus, hónor, virtus quoque/ Sit et benedictio:/ Procedénti ab utróque/
Comparsit laudátio./ Amén.

Veneremos, pues, postrados/ Tan augusto sacramento; /Y el oscuro rito antiguo/ Ceda
a la luz de este nuevo; /Supliendo la fe sencilla/ Al débil sentido nuestro./ Al Padre y al
Hijo,/Gloria y vítores sin cuento;/ Salud, honor y poder,/ Bendición y gozo eterno:/Y al que
procede de ambos/ Demos igual alabanza./

Amén.

Oremus: Deus qui nobis sub Sacramento mirábili, passiónis tuae memóriam reliquísti:
tríbue quaésumus, ita nos Córporis et Sánquinis tu¡ sacra mystéria ve-nerári ut redemptiónis
tuae fruc-tum in nobis iúgiter sentiámus. Qui vives et regnas in saécula saeculórum.R. Amén.

Oremos: Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de
tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los Sagrados Misterios de tu
Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu
Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

ALABANZAS DE DESAGRAVIO

Bendito sea Dios./Bendito sea su santo Nombre./Bendito sea Jesucristo, Dios y
Hombre verdadero. /Bendito sea el Nombre de Jesús./Bendito sea su Sagrado Corazón./
Bendita sea su Preciosísima Sangre./Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar./
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito./Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María
Santísima./ Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. /Bendita sea su gloriosa
Asunción./Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre./ Bendito sea San José, su
castísimo Esposo./ Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

LAUDATE DOMINUM

Laudáte Dóminum omnes gentes;/ laudáte eum omnes pópuli./ Quóniam confirmáta est
super nos misericordia ejus;/ et véritas Dómini manet in aetérnum./ Gloria Patri, et Filio, et
Spíritui Sancto./Sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in saécula saeculórum./

Alabad al Señor todas las naciones; alabadle todos los pueblos. Porque ha confirmado
su misericordia con nosotros; y la verdad del Señor permanece eternamente. Gloria al Padre, y
al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos.




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Libro de otras Oraciones:
EXAMEN DE CONCIENCIA PARA LA CONFESIÓN

Te ayudará a hacer bien la Confesión leer despacio las preguntas que van a
continuación. Puedes hacer también el examen por tu cuenta, recordando con sinceridad,
delante de Dios, lo que has hecho después de tu última confesión.

Oración antes del examen

¡Señor mío y Dios mío!, creo firmemente que estás aquí. Te pido la gracia de examinar
sinceramente y conocer con verdad mi conciencia descubriendo todos mis pecados y miserias;
dame la fortaleza de confesarlos con toda fidelidad y verdad para merecer ahora tu perdón y la
gracia de la perseverancia final. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Recuerda cuánto tiempo hace que te confesaste, si cumpliste penitencia y si te
olvidaste o dejaste de decir por vergüenza algún pecado grave. Repasa a continuación las
siguientes preguntas:

1. ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?
2. ¿He practicado la superstición o el espiritismo?
3. ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
4. ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?
5. ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica?
6. ¿Hago con desgana las cosas que se refieren a Dios?
7. ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos? ¿He cumplido los días de ayuno y
abstinencia?
8. ¿He callado en la confesión por vergüenza algún pecado mortal?
9. ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?
10. ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia?
11. ¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean? ¿Les corrijo con cólera o
injustamente?
12. ¿Me he preocupado de la formación religiosa y moral de las personas que viven en
mi casa o que dependen de mí?
13. ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge, evitando reprenderle, contradecirle o
discutirle delante de los hijos?
14. ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones
domésticas?
15. ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?
16. ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición,
malquerencia u odio hacia las personas?
17. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?
18. ¿He practicado, aconsejado o facilitado el grave crimen del aborto?
19. ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?
20. ¿He descuidado mi salud? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos?

21. ¿He sido causa de que otros pecasen por mi conversación, mi modo de vestir, mi
asistencia a algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o revista? ¿He tratado de
reparar el escándalo?
22. ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Retraso con frecuencia el
momento de ponerme a trabajar o a estudiar?
23. ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?2
4. ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras personas? ¿Del mismo o distinto
sexo? ¿Hice algo para impedir las consecuencias de esas relaciones?
25. Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, ¿me entero de su calificación
moral?
26. ¿He usado indebidamente el matrimonio? ¿Acepto y vivo conforme a la doctrina de
la Iglesia en esta materia?
27. ¿He tomado dinero o cosas que no son mías? ¿He restituido o reparado?
28. ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?
29. ¿He malgastado el dinero? ¿Doy limosna según mi posición?
30. ¿He prestado mi apoyo a programas de acción social y política inmorales y
anticristianos?
31. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse?
32. ¿He descubierto, sin causa justa, defectos graves de otras personas?
33. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He calumniado?
34. ¿Soy ejemplar en mi trabajo? ¿Utilizo cosas de la empresa en provecho propio,
faltando a la justicia?
35. ¿Estoy dispuesto a sufrir una merma en mi reputación profesional antes de cometer
o cooperar formalmente en una injusticia?
36. ¿Me preocupo de influir - con naturalidad y sin respetos humanos- para hacer más
cristiano el ambiente a mi alrededor? ¿Sé defender a Cristo y a la doctrina de la Iglesia?
37. ¿Hago el propósito de plantearme más en serio mi formación cristiana y mis
relaciones con Dios?
Acaba con el acto de contrición: Señor mío, Jesucristo…




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Libro de otras Oraciones:
EL SEÑOR ES MI PASTOR

El Señor es mi pastor, nada me falta
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque Tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. (…)
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del señor,
por años sin término.

(Salmo 22)




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Libro de otras Oraciones:
EL SECRETO DEL CARDENAL MERCIER

Os voy a revelar un Secreto para ser santo y dichoso. Si todos los días durante cinco
minutos, sabéis hacer callar vuestra imaginación, cerráis los ojos a las cosas sensibles y los
oídos a todos los rumores de la tierra, para penetrar en vosotros mismos, y allí, en el santuario
de vuestra alma bautizada, que es templo del Espíritu Santo, habláis a este Espíritu Divino
diciéndole:

¡Oh Espíritu Santo, alma de mi alma, te adoro! Ilumíname, guíame, fortaléceme,
consuélame; dime qué debo hacer, dame tus órdenes; te prometo someterme a todo lo que
desees de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; hazme tan sólo conocer tu
voluntad”

Si esto hacéis, vuestra vida se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aun en
medio de las penas, porque la gracia será en proporción a la prueba, dándonos la fuerza de
sobrellevarla, y llegaréis así a la puerta del Paraíso, cargados de méritos. Esta sumisión al
Espíritu Santo es el secreto de la Santidad.




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Libro de otras Oraciones:
EL MENSAJE DE LOURDES

Santa Bernardita nació en Lourdes el 7 de enero de 1844. Desde octubre de 1845
hasta 1854, vivió en el molino de Boly; por ese tiempo la llevó consigo su madrina, y la tuvo dos
años en calidad de niñera. Con la misma ocupación estuvo en Batres veintiún meses. No había
ido a la escuela. Sabía el Padrenuestro, el Avemaría, el Credo, no bien, y la jaculatoria: �Oh
María concebida sin pecado, ruega por nosotros que acudimos a Ti�. No deja esto último de
ser providencial.

De Batres volvió a Lourdes, para ir a la escuela y prepararse a la primera comunión.
Había entrado en los quince años, v sucedía esto a fines de enero de 1858.

La que cantó: Dios levanta a los humildes, volvió sus ojos a esta joven sencilla, nacida
en el campo como azucena sin cultivo. A orillas del Gave está la gruta donde Santa Bernardita
vio a aquella joven de su misma estatura. Vestía una túnica blanca con borde azul, que le
llegaba hasta los pies, en cada uno de los cuales había una rosa de oro. Un manto, blanco
también, la cubría, desde la cabeza hasta los bordes de la túnica. Una faja azul ceñía su
cintura. y en una mano tenía un Rosario, con cadena de oro.

La aparición saludó a Santa Bernardita, inclinando la cabeza. Separó un poco del
cuerpo los brazos, que traía extendidos hacia abajo, y abrió las manos. Del brazo derecho
pendía el rosario. Sonreía la Virgen Santísima con mucha gracia, indicándole que se acercase.
Bernardita sacó el rosario; la Virgen puso también en la mano el suyo. Se santiguó la Virgen
María; y, mientras Santa Bernardita rezaba el Rosario, la Reina del cielo corría las cuentas del
suyo, sin mover los labios.

Mostraba viveza, edad de persona muy joven y estaba rodeada de luz. Cuando Santa
Bernardita concluyó el Rosario, la visión la saludó, se retiró al fondo de la cueva y desapareció.
Era 11 de febrero de 1858.

Tres días después iba Santa Bernardita a la cueva acompañada de cinco pequeñas
con su rosario cada una; lo rezaron y apareció la Virgen. No la vieron las compañeras de la
Santa; pero ella sí, y le echó agua bendita. La Madre de Dios se sonreía y hacía la señal de la
cruz. Si vienes de parte de Dios, dijo la niña a la visión, acércate, y se acercó.

En la tercera aparición, la joven alargó a la Virgen un papel, para que escribiese lo que
deseaba de ella; se sonrió la Madre de Dios, y le dijo que no hacía falta. ¿Quieres, añadió,
venir aquí durante quince días? No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro. Era
dulce su voz, azules sus ojos, los cuales tenía siempre abiertos; y miraba a todos
benignamente y de un modo especial a una congregante, que estaba también allí. Era el 14 de
febrero.

El 19 llevaba Bernardita el rosario en una mano y una vela en la otra. Se encaminó a la
cueva, y después de tres Avemarías se presentó la celestial Señora, que le sonreía.

La quinta aparición duró un cuarto de hora.

En la sexta, mirando a lo lejos, dijo a Bernardita con tristeza: Ruega a Dios por los
pecadores, en seguida apareció otra vez su rostro bondadoso y sereno.

El 22 no hubo aparición: por estar presentes dos agentes de la autoridad civil.

En la aparición del 23, estaban presentes doscientas personas. Se extasió Bernardita
durante una hora, que la pasó de rodillas. De tiempo en tiempo rezaba el Rosario v hacía
devotamente la señal de la cruz.

El 25 de febrero, durante la aparición, dijo la Virgen a la joven: Bebe y lávate en la
fuente, come la hierba que allí encontrarás, y le mostró el sitio de la fuente. Escarbó en él,
salió agua turbia; escarbó de nuevo, y a la cuarta vez pudo beber.

El 26 de febrero había junto a la gruta como ochocientas personas, cuando la Virgen
Santísima, a las siete de la mañana, se dejó ver de Bernardita. Le dijo que rezara e hiciera
penitencia por los pecadores, y añadió: ¿Te causaría demasiada repugnancia subir de rodillas
y besando el suelo? Subió Bernardita, como la Virgen quería, y con el Rosario en la mano. Lo
mismo hizo la joven el 27, después que la Virgen le mandó hiciese penitencia por sí y por los
demás.

El domingo, 28 de febrero, se había reunido cerca de la gruta un millar de personas. La
Madre de Dios estaba en pie sobre la piedra cubierta de ramaje; más abajo había un rosal
silvestre El 2 de marzo, las personas eran unas mil quinientas. La purísima Reina pedía se
hiciese una capilla; y antes había pedido que hubiese una procesión. Rezó el 4 de marzo
Bernardita arrodillada, el Rosario entero, y rezaba también el comisario de policía; la Virgen
María, durante su aparición, se sonrió dieciocho veces y de cuando en cuando se entristeció.

Llegó el 25 de marzo; a las cuatro de la mañana fue Bernardita a la gruta, había
terminado una decena del Rosario, cuando se presentó la Reina del cielo. ¿Quién sois,
Señora?; le preguntó; se sonrió la Madre de Dios y no le contestó; segunda y tercera vez
insistió la joven en su petición; entonces la Reina y Madre de misericordia, que inspiraba
aquellos vehementes deseos, extendió hacia abajo los brazos, miró al cielo, levantó las manos
y las juntó sobre el pecho, y con voz dulce, con la mayor humildad y agradecimiento, exclamó:

- Yo soy, la Inmaculada Concepción. Di a los sacerdotes que edifiquen aquí una
capilla.
Piden, Señora, un milagro. Se sonrió la Inmaculada y desapareció. Hacía cuatro años
Pío IX había definido, como dogma de fe, que la Madre de Jesús, en el primer instante de su
concepción, no tuvo culpa original. La Virgen dijo a Bernardita que dejase la vela encendida,
como lo hizo.

El 7 de abril volvió a la gruta la joven, encendió una vela y rezó el Rosario. Tres cuartos
de hora estuvo en éxtasis. Sonreía a cada instante.
El 16 de julio de 1858, fiesta del Carmen, fue la última aparición. Cuando pedían a
Santa Bernardita que compusiese una oración, respondía: El Rosario es mi oración predilecta.




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