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······· Pide Oraciones ·······

Libro de otras Oraciones:
Oración a todos los Ángeles

Ángeles, Arcángeles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes de los cielos, Querubines y Serafines, interceded por mí, para que pueda realizar mi trabajo profesional, y mi actividad en beneficio de las personas que están bajo mi tutela.
Bienaventurados ángeles, bajo vuestra protección nos acogemos; no desoigáis nuestras súplicas en nuestras necesidades; antes bien libradnos de todos los peligros.
Oh Dios todopoderoso y eterno, tú que creaste a tus ángeles y arcángeles, y los hiciste protectores nuestros, te suplicamos, que por su intercesión seamos defendidos siempre de toda maldad, y de las fuerzas del mal, ahora y siempre.




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Libro de otras Oraciones:
Para pedir el don de la oración

¡Santo y divino Espíritu!
Ya no quiero vivir más para mí;
deseo consagrar lo que me queda de vida
a complacerte y a amarte por entero.
Te suplico me concedas el don de la oración.
Ven Tú mismo a mi corazón,
a enseñarme a orar
siguiendo tu inspiración.
Dame fortaleza para ser constante,
y superar el cansancio y la sequedad.
Dame el espíritu de oración,
para ser fiel al diálogo contigo,
y acertar a agradarte en mis plegarias.
Tú me has recobrado,
estando lejos, y muestras, con tu amor solícito,
que me quieres junto a Ti.
Deseo hacerme santo para complacerte,
y corresponder a tu inmensa bondad.
Te amo, sumo Bien mío,
mi amor y mi todo, y porque te amo,
a Ti me entrego enteramente.
¡María, esperanza mía, protégeme siempre!




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Libro de otras Oraciones:
Venga tu reino

Pedimos al Espíritu Santo
que ensanche los deseos de nuestro corazón
y los colme
más allá de lo que nuestros corazones desean,
más allá de las peticiones
que pueden brotar de nuestros labios,
aunque no encontremos tal vez
las palabras adecuadas para expresarnos.
Sí, pidamos ser cada vez más
instrumentos de la voluntad salvadora de
Dios, de su designio de unidad, de su reino: ¡Venga tu reino!




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Libro de otras Oraciones:
Oración por la patria o la ciudad

Bienaventuradas Dominaciones, vosotras que estáis a la vera del Dios Todopoderoso, recibid las oraciones que
os dirigimos por nuestra Patria, para que la prudencia de los gobernantes, y la honestidad de los ciudadanos consoliden la concordia y la justicia, y con la paz, sea incesante la prosperidad.
Dios de bondad, que cuidas de nosotros con solicitud paternal: concede, por tus Santos Ángeles y Arcángeles, que todos los hombres a quienes diste un único origen formen una sola familia donde reine siempre la paz y la concordia fraterna.
Te suplicamos, Señor, que infundas tu gracia en nuestras almas, para que habiendo conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, alcánzanos la gloria de la Resurrección.




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Libro de otras Oraciones:
Oh, Trinidad adorable

¡Oh, Trinidad adorable! ¡Oh, venerable Unidad! Haz que brille tu resplandor sobre nosotros, y gobierna las obras de nuestras manos sobre nosotros, y gobierna la obra de nuestras manos. ¡Oh, Criador soberano, Padre Eterno!, ¿qué hiciera yo si vos no me diérades el ser y me criárades a vuestra imagen y semejanza? Y ya que por mis culpas la borré, ¡oh, Redentor del mundo!, ¿qué hiciera yo si vos no la renovásedes por los trabajos de vuestra cruz? ¿Y que haré yo, que os veo rendir vuestro espíritu en ella para enviar al Espíritu Santo?

¿Qué retornaré al Señor por todas las cosas que me ha dado? ¡Oh, qué ferias hacéis con el hombre! Tomáis la semejanza de su imagen, y, por dar la semejanza de la vuestra, dais vuestro espíritu para conservar el nuestro. ¡Venid, oh, santo Espíritu!, que sin vuestra lumbre no hay ojos que vean, sin vuestro amor no hay corazón que ame. ¿Quién os trae a la tierra? ¿Quién os llama? ¿Qué veis en ella para venir? ¿Cómo venís a gente que antes merecía el fuego infernal por la sangre derramada del cordero sin mancilla?

¡Oh, Espíritu de verdad, en quien sólo se halla consuelo verdadero!, conozca mi alma la obra de vuestras manos, así en las tribulaciones como en las consolaciones, y no permitáis que sea de aquellos que ni conocen al Padre ni al Hijo, ni de los que persiguen a quien les dice las verdades y manifiesta vuestros misterios; antes os suplico me deis fortaleza siendo perseguido por la verdad de vuestra Iglesia Romana, y pues sois don de Dios, dadme lengua que os alabe, oídos que os oigan, paladar que os guste, entendimiento que os obedezca, corazón que os ame, y memoria que os tenga siempre presente, para que de esta manera se cumpla en mí aquella admirable promesa: Vendremos a él, y haremos mansión dentro de él. Amén.




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