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······· Pide Oraciones ·······

Libro de otras Oraciones:
Estrofa del recuerdo

Perdida en tanta soledad la calma de noche eterna el corazón cubierto la gloria muda, desolada el alma, en este pavoroso desconcierto se eleva el ángel como la palma que augusta me rescata del desierto.




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Libro de otras Oraciones:
Tú Preparas La Morada Del Dios Trino

Creo, ¡oh Espíritu Santo!, que siempre que desciendes sobre un alma, preparas allí la morada al Padre y al Hijo. ¡Bienaventurado aquel que es digno de hospedarte! Por Ti establecen en él su mansión el Padre y el Hijo. Ven, pues, ven, benignísimo consolador de las almas dolientes, protector en toda necesidad y apoyo en la tribulación. Ven, purificador de los pecados, médico de las heridas. Ven, fortaleza de los débiles, amparo de los caídos. Ven, maestro de los humildes. Tú que atemorizas a los soberbios. Ven, oh piadoso padre de los huérfanos, de las viudas juez clemente. Ven, esperanza de los pobres, refrigerio de los enfermos. Ven, estrella de los que navegan, puerto de los náufragos. Ven, oh Tú, adorno singular de los vivos, de los que mueren única salud.
Ven, santísimo Espíritu, ven y ten piedad de mí, revísteme de Ti, y escúchame propicio a fin de que, según la multitud de tus misericordias, agrade mi pequenez a tu grandeza, mi debilidad a tu fortaleza, por Jesucristo mi Salvador, que con el Padre vive y reina en tu unidad, por los siglos de los siglos.

Amén.




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Libro de otras Oraciones:
Oh Tú

¡Oh Tú,
que más que cualquier otro ser humano
fuiste confiada al Espíritu Santo!,
ayuda a la Iglesia de tu Hijo
a perseverar en la misma confianza
para que pueda volcar
sobre todos los hombres
los inefables bienes
de la redención y de la santificación
y liberar así la creación entera.
¡Oh Tú,
que estuviste con la Iglesia
en los comienzos de su misión!,
intercede por ella
para que enseñe continuamente a todas las
naciones y anuncie el Evangelio a toda criatura.
Que la palabra de la verdad divina
y el Espíritu del amor encuentren
entrada en los corazones de los
hombres, para vivir la plenitud de la vida.
¡Oh Tú,
que conociste
la potencia del Espíritu Santo,
cuando te fue dado concebir
en tu seno virginal
y alumbrar al Verbo eterno!,
obten a la Iglesia el don
de poder continuamente hacer renacer
del agua y del Espíritu Santo
a los hijos e hijas de toda la familia humana,
sin distinción alguna
de lengua, de raza, de cultura,
dándoles así
«la capacidad de ser hijos de Dios».
¡Oh Tú,
que estás tan unida a la Iglesia,
precediendo, por los caminos de la fe,
de la esperanza y del amor,
a todo el pueblo de Dios!,
abraza a todos los hombres
que están en camino,
peregrinos, a través de la vida temporal,
hacia los destinos eternos,
con el mismo amor
que el Redentor divino,
tu Hijo,
derramó en tu corazón
desde lo alto de la cruz.
Sé Tú la Madre
de todas nuestras veredas terrenas,
incluso cuando se hacen tortuosas,
para que todos volvamos a encontrarnos,
al final,
en la gran comunidad
que tu Hijo llamó su aprisco
y por la que ofreció su vida como Buen Pastor.




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Libro de otras Oraciones:
Dulce Luz que me llenas

¿Quién eres Tú, dulce luz que me llenas
e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna
y si me dejas libre,
no sabría ni dar un paso.
Tú eres el espacio
que envuelve todo mi ser y lo encierra en sí,
abandonado de Ti cae en el abismo
de la nada, donde Tú lo elevas al Ser.
Tú, más cercano a mí que yo misma
y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible,
y que todo nombre haces renacer:
Espíritu Santo,
¡Amor Eterno!
¿No eres Tú el dulce maná
que del corazón del Hijo
en el mío fluye,
alimento de los ángeles y de los santos?
Él, que de muerte a vida se elevó,
Él me ha despertado también a mí a nueva
vida, del sueño de la muerte.
Y nueva vida me da, día tras día.
Y un día su abundancia me sumergirá vida de tu vida, sí, Tú mismo:
Espíritu Santo,
¡Vida Eterna!




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Libro de otras Oraciones:
Santísimo y adorable Espíritu.

Santísimo y adorable Espíritu de mi Jesús,
hacedme oír vuestra dulce y adorable voz.
Dadme el refrigerio de vuestro soplo lleno de delicias.
Quiero ser ante vos, Espíritu Divino,
como una pluma ligera,
para que vuestro soplo me lleve a donde él quiera,
y yo no le ofrezca jamás la más mínima resistencia.




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