(…) Ven, Espíritu Santo! Ven luz, fuego, amor, paz, unión, consuelo. Ven, dador de todo don. Y para ello, haznos dóciles como María, tu compañera inseparable. Espíritu Santo, aficiónanos mucho a María, la hija predilecta del Padre, la madre del Hijo, tu esposa virgen fecunda, la toda pura, la toda bella, la Inmaculada en quien muestras tus complacencias. Haz que, perdiéndonos en ella y llegando a sintonizar con su alma, su espíritu, su humildad, su pureza, su corazón… seamos transformados en cada una de las Tres Divinas Personas, en el mayor grado que pueda darse en esta vida, para que perfecta y plenamente sea enaltecida y glorificada la Santísima Trinidad por los siglos de los siglos.
Amén.