¡Oh Espíritu santo, Amor!
Tú eres el beso suavísimo de la Santísima Trinidad,
que une al Padre y al Hijo.
Tú eres aquel beso bendito que la divinidad
dio a la humanidad por medio del Hijo de
Dios. ¡Oh beso dulcísimo!
No me abandone tu
vínculo, a mí, granito de polvo;
tus abrazos me estrechen hasta que sea una sola cosa con Dios.
Hazme, Dios viviente, experimentar las delicias que encierras;
dulcísimo amor mío, haz que te abrace, que me una a Ti.
¡Oh Dios Amor! Tú eres mi posesión más
querida, sin la que nada más espero,
quiero ni deseo ni en el Cielo ni en la tierra.
Amén.