Milagroso Señor del Veneno Cristo negro de brazos rígidos y yertos Al contemplarte en esa Cruz, Con tu cuerpo llagado de amores Y con los clavos de mis pecados traspasado Quiero compartir tus dolores. Concédeme subir a la Cruz contigo Para alcanzar tu misericordia Para así borrar del todo mi pasado Y vivir por siempre sin temores Evitando la muerte del pecado Divino Señor de los Señores. Protégeme, Divino Cristo moreno, De la envidia y venganza de mis enemigos Para que nunca el daño de los malhechores Engendre en mi corazón el odio y veneno Por el mal que me causen sus errores Bendito Señor de los Señores Son tantas las penas en mi vida, Que me aquejan noche y día, Son tantos los sufrimientos sin medida Que sumarlos quiero a tu pasión y dolores Para cicatrizar con gloria su herida Divino y Bendito Señor de los Señores Amén.
Poderosisima y milagrosa imagen de nuestro Señor Jesucristo, que bajo la advocación del Señor del Veneno eres venerada. Yo te ruego, que así como le salvaste la vida a su Señoría Ilustrisima cuando por medio de tu Sacratisimo Cuerpo trataron de envenenarlo al ir a besar tus divinos pies, así te suplico oh mi adorado Señor que el ponzoñoso veneno del pecado no penetre más en mi corazón, haz que se purifique ejercitando todas las obras que sean de tu agrado. Es lo que te pido en honor de tu admirable transfiguración con lo que manifiestas lo grande de tu infinita misericordia. Amén
JESUS EN TI CONFIO. PUEDES DECIR PENSAR DESDE EL CORAZON ESTA FRASE A LAS 3 DE LA TARDE.
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén