······· Pide Oraciones ·······

Agradecimientos y Novenas
ORFANDAD-VIUDEZ

Siento pudor, Señor, al mirarte en la Cruz, desnudo y muerto, despojado por los hombres de tu vida humana. Me traes a la memoria a tantos humillados y desposeídos, ante los que rehuyo la mirada porque me denuncian tanto acomodo.

Siento piedad, Señor, al verte dolorido, sangrante y traspasado. Mas pienso si será un sentimiento natural, que me invade cuando contemplo situaciones desgraciadas. Temo que tan solo perciba el estremecimiento un tanto consumista de emociones fuertes. Me humilla la sospecha de que todo quede reducido al efecto de un impacto pasajero.

Siento escándalo ante ti crucificado, cuando sé que la razón de tu cruz son mis GRANDES culpas, y que estás ahí para levantar tus brazos ante tu Padre, Dios, y redimir así mis grandes pecados. ¡Cómo poder acostumbrarme a verte en la Cruz sin sufrir tristeza!

Siento también tu acompañamiento, Señor, y sé, por tus heridas, que no me hablas de memoria, ni vienes a mi lado por compromiso, sino que has hecho una opción permanente de ungir y vendar mis llagas con las tuyas, y de iluminar mi dolor con los que Tú padeciste. ¡Cómo ayuda en la prueba saberse acompañado!

Siento gratitud, Señor, porque sin méritos propios, sino todo lo contrario, has querido ofrecerte de manera redentora en mi favor, para que cuando tu Padre me mire humillado en mi carne, se superponga sobre mí tu rostro, y me trate, inmerecidamente, como a hijo suyo, gracias a tu ofrenda generosa.

Déjame, entonces, sentir tu misericordia, Señor, que no dude del fruto de tu oblación, y no haga inútil tu generosidad porque quiera merecer yo tu perdón, o trate de afanarme en conseguirlo, cuando eres Tú el dador magnánimo de la gracia de la perdonanza, sin ningún mérito mío.

Déjame, Señor, sentir ante ti compasión, no tanto como expresión emocional, sino como opción sincera de compadecer contigo y con los que sufren, con quienes llevan sobre su historia el peso de la enfermedad, la pobreza, el dolor, la cruz.

Déjame, Señor, sentir amor, aunque parezca paradoja, si soy la causa de tu inmolación, por sentirme amado por ti de una forma tan desbordante. Pues no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos, como Tú lo has hecho conmigo.

Déjame sentirme mirado por ti, que levantado en alto, al bajar Tú el rostro, inclinado hacia el suelo, favoreces que me encuentre con tu semblante, y saberme abrazado por tu ofrenda.

Déjame besarte, y que no sea falso mi gesto, ni vacía mi actitud. Pon Tú, Señor, en mis labios y en mi corazón, la expresión más limpia y humilde, pues lo que deseo es rendir mi pensamiento, y adorarte, reconocerte Dios y Señor, Santo y fuerte, vivo e inmortal.

Señor Jesucristo Crucificado, ten piedad de mí y de tantos que llevan sobre sus hombros el peso de la soledad, del sin sentido, de la orfandad, mendigos de amor y de relación amiga; que por tu cruz detengan todo movimiento desesperanzado y puedan experimentar la gracia de tu misericordia y tu bendición.

Padre, te has llevado a mi esposo(a). Hemos recorrido juntos una parte de nuestro camino de esta vida. Hemos convivido las alegrías y las penas, los gozos y las dificultades. Fue lindo, aunque no siempre fue fácil. De todo te doy gracias.
Ahora mi esposo(a) se ha ido. He quedado solo(a). A él (ella) dale la felicidad eterna; a mi dame la fuerza de poder decir: hágase tu santa voluntad. Y haz que un día, nos encontremos en la Patria eterna

Señor Jesucristo, salvador de mi alma, frente a ti me postro de rodillas, rogándote y suplicándote con todo mi fervor de concederme preservar la fe. Por ello, Jesús dulcísimo, te pido que yo rechace cada impiedad, que sea siempre extraño a los deseos carnales y a las concupiscencias terrenas
¡Oh santísima e inmaculada Virgen María!, Virgen de las vírgenes y Madre nuestra santisima, purifica mi corazón y mi alma, pide por mí el temor del Señor y una particular desconfianza en mis propias fuerzas.

Señor,
que has creado todo el universo,
y has dotado a la tierra de riquezas suficientes
para alimentar a todos los hombres que la habitan,
¡Ven en nuestra ayuda!

Señor, que cuidas de los lirios del campo
y de las aves del cielo,
los vistes, los nutres y los haces prosperar,
manifiesta sobre nosotros tu Providencia Paterna.

¡Ayúdanos Señor!
Ya que nuestra salvación
sólo puede venir de hombres honestos y buenos,
Infunde en el corazón de nuestros prójimos
el sentido de la justicia, de la honestidad,
y de la caridad.

Cuida de nuestra familia
que confiadamente espera de Ti el pan de cada día.
Fortalece nuestros cuerpos.
Da serenidad a nuestra vida,
a fin de que podamos corresponder más fácilmente
a tu Gracia Divina,
y sentir que sobre nosotros,
sobre nuestras preocupaciones y angustias,
vela tu Amor de Padre.
Amén.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email



  



Envía una respuesta
Utiliza iniciales o un seudónimo si prefieres mantener la privacidad

Importante - Aviso de privacidad:
Las peticiones son públicas. Si deseas nombrar a personas y mantener su privacidad te sugerimos que utilices solo el nombre o sus iniciales en vez de utilizar nombres completos.

US$
MX$
EUR