Libro de otras Oraciones:
Oh Tú ¡Oh Tú,
que más que cualquier otro ser humano
fuiste confiada al Espíritu Santo!,
ayuda a la Iglesia de tu Hijo
a perseverar en la misma confianza
para que pueda volcar
sobre todos los hombres
los inefables bienes
de la redención y de la santificación
y liberar así la creación entera.
¡Oh Tú,
que estuviste con la Iglesia
en los comienzos de su misión!,
intercede por ella
para que enseñe continuamente a todas las
naciones y anuncie el Evangelio a toda criatura.
Que la palabra de la verdad divina
y el Espíritu del amor encuentren
entrada en los corazones de los
hombres, para vivir la plenitud de la vida.
¡Oh Tú,
que conociste
la potencia del Espíritu Santo,
cuando te fue dado concebir
en tu seno virginal
y alumbrar al Verbo eterno!,
obten a la Iglesia el don
de poder continuamente hacer renacer
del agua y del Espíritu Santo
a los hijos e hijas de toda la familia humana,
sin distinción alguna
de lengua, de raza, de cultura,
dándoles así
«la capacidad de ser hijos de Dios».
¡Oh Tú,
que estás tan unida a la Iglesia,
precediendo, por los caminos de la fe,
de la esperanza y del amor,
a todo el pueblo de Dios!,
abraza a todos los hombres
que están en camino,
peregrinos, a través de la vida temporal,
hacia los destinos eternos,
con el mismo amor
que el Redentor divino,
tu Hijo,
derramó en tu corazón
desde lo alto de la cruz.
Sé Tú la Madre
de todas nuestras veredas terrenas,
incluso cuando se hacen tortuosas,
para que todos volvamos a encontrarnos,
al final,
en la gran comunidad
que tu Hijo llamó su aprisco
y por la que ofreció su vida como Buen Pastor.