Santa Teresa de Jesús, tú que, inspirada por el Espíritu Santo, enseñaste a la Iglesia el
camino de la perfección, haz que tu doctrina y ejemplo nos sirva de ferviente alimento
espiritual y nos inflame en el deseo de una vida de verdadera santidad.
Que tu ardiente vida de amor a Dios, de contemplación y austeridad, nos enseñe a
nosotros a buscar la intimidad con el Señor por una generosa ofrenda de nuestras vidas.
De modo que lleguemos a desprendernos de todo aquello que nos impide vivir la
plenitud del amor como tú lo viviste en el Carmelo y a lo largo de tus trabajos y fundaciones de
los “palomarcitos de la Virgen”.
Amén.