Padre Santo: mira nuestra Humanidad, que da los primeros pasos en el camino del
tercer milenio.
Su vida sigue marcada fuertemente todavía por el odio, la violencia, la opresión, pero el
hambre de justicia, de verdad y de gracia encuentra espacio en el corazón de muchos, que
esperan la salvación llevada a cabo por Ti, por medio de tu Hijo Jesús.
Necesitamos mensajeros animosos del Evangelio, siervos generosos de la Humanidad
sufriente.
Envía a tu Iglesia presbíteros santos, que santifiquen a tu pueblo con los instrumentos
de tu gracia.
Envía numerosos consagrados que muestren tu santidad en medio del mundo. Envía a
tu viña santos operarios que trabajen con el ardor de la caridad y, movidos por tu Espíritu
Santo, lleven la salvación de Cristo hasta los últimos confines de la tierra. Amén.