Ven, Espíritu Santo y danos un corazón nuevo,
que reavive en todos nosotros los dones recibidos de Ti,
junto con la alegría de ser cristianos, un corazón nuevo,
siempre joven y siempre contento.
Ven, Espíritu Santo,
y danos un corazón puro,
entrenado en amar a Dios,
un corazón puro,
que no conozca el mal
más que para definirlo,
para combatirlo y para huir de él;
un corazón puro, como el de un niño,
capaz de entusiasmarse y de temblar.
Ven, Espíritu Santo y danos un corazón grande,
abierto a tu silenciosa y potente palabra inspiradora,
y cerrado a toda mezquina ambición,
un corazón grande y fuerte para amar a todos, servir a todos,
con todos sufrir; un corazón grande, fuerte,
que sólo sea feliz si palpita con el corazón de Dios.