Libro de otras Oraciones
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Libro de otras Oraciones:
Oración Para El Segundo Año De Preparación Al Gran Jubileo Del Año 2000, Dedicado Al Espíritu Santo

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del Gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, y la culminación de la historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de comunión, alma y sostén de tu Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y de la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones, y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.




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Yo creo en Tí. Ven.

Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú eres Dios, Tú eres amor. Tú eres el don de Dios ofrecido a los hombres, signo de la infinita solicitud del Padre y del Hijo hacia nosotros.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú eres el Espíritu de la promesa. Gracias a Ti ya no somos huérfanos. Tú nos visitas para guiarnos hacia el Cielo. Tú haces presentes al Padre y al Hijo en nuestros corazones.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú manifiestas la dulzura del Corazón de Dios. Tú actúas en nosotros con infinito respeto a nuestra libertad. Tú eres fuerza y delicadeza, fe y amor, gracia y luz. Tú eres más íntimo a nosotros que nosotros mismos.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú eres la santidad de Dios. Tú desciendes sobre nosotros para santificarnos, para realizar nuestra vocación última: llegar a ser santos para gloria de Dios. Tú nos preparas para los eternos esponsales llenándonos de tus dones, de tus gracias y de tus cuidados. Tú quieres hacer de nosotros una ofrenda eterna a la gloria del Padre.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú inspiras nuestras oraciones. En lo más profundo de nosotros mismos, Tú cantas las grandezas del Altísimo. Tú nos introduces en el gozo de la Beatísima Trinidad, tú intercedes por nosotros con gemidos inefables.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú eres el defensor. Tú te sitúas como una barrera frente al enemigo. Tú quieres limpiarnos de nuestro pecado porque eres la fuente del fuego que purifica y del agua viva.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Tú eres el Espíritu que inspiró a los profetas, los apóstoles y los mártires. Tú sostienes con tu fuerza, inspiras con tu gracia a los que aceptan ser testigos del Resucitado. Tú eres el Espíritu de la misión, del anuncio de la salvación a todos los hombres.
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. Desde los orígenes, Tú aleteas sobre la superficie de las aguas. En nuestros días nos preparas para entrar en el tercer milenio. Tú quieres hacer de nosotros los testigos de Cristo que realicen un mundo nuevo, un mundo de paz y de amor. ¡Tú eres la eterna primavera de la Iglesia!
Señor Espíritu Santo, yo creo en Ti. ¡Ven! ¡Ven a tu Iglesia! ¡Ven a cada uno de nuestros corazones! ¡Eres nuestro maestro, nuestro inspirador, nuestra fuerza! ¡Eres nuestro gozo, nuestra paz, nuestra liberación! Ven a transformarnos, a santificarnos, a iluminarnos. ¡Ven para que el mundo crea en Jesús, Señor y Salvador! ¡Ven! Haz que entremos en los cielos nuevos y la tierra nueva donde Tú enjugarás las lágrimas de nuestros ojos. ¡Ven a instaurar en medio de nosotros el Reino del Dios tres veces santo! ¡Ven…!




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Oración a todos los Angeles y Santos

Angeles, Arcángeles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes de los cielos, Querubines y Serafines, Santos y Santas todos de Dios, especialmente mis Patronos, interceded por mí para que pueda ofrecer dignamente a Dios omnipotente este sacrificio, para alabanza y gloria de su Nombre y en beneficio mío y de toda su Santa Iglesia. Amén




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Oración a la Santísima Virgen

Oh María, Virgen y Madre Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente. Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, te lo presento y te lo ofrezco con amor y humildad para que lo abraces, lo quieras con tu corazón y lo ofrezcas como supremo culto de latría a la Santísima Trinidad, por tu honor y por tu gloria, y por mis necesidades y las de todo el mundo. Te ruego, piadosísima Madre, que me alcances el perdón de todos mis pecados y gracia abundante para servirte desde ahora con mayor fidelidad; por último, la gracia de la perseverancia final, para que pueda alabarle contigo por los siglos de los siglos. Amén.




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A santa Isabel de Hungría, por la paciencia y la templanza

Oh dulce Isabel, tú que superaste el sufrimiento con el gozo de elevar himnos a Dios, infunde en nosotros tu espíritu de paciencia ante la adversidad. Concédenos el don de saber perdonar. Líbranos de las pasiones dañinas, de manera que podamos seguir sirviendo al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Que así sea.




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