Ora Pro Nobis

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esto me basta.

Jesús, envíame tu Espíritu desde lo hondo de tu corazón y haz que penetre, encienda y santifique mi alma. Más aún, haz que de tal manera la absorba que no tenga más vida que en el Espíritu Santo, a semejanza de Ti mismo que desde el Nacimiento a la Cruz siempre obraste y sufriste según los impulsos de este Eterno Amor.
¿Para qué me serviría unirme en comunión con tu Persona si no me uno en comunión con tu Espíritu?
Infúndeme tu Espíritu… Dámelo
— Como Luz que ilumina.
— Como Maestro que instruye.
— Como Guía que dirige.
— Como Fuente que purifica.
— Como Dador de Dones.
— Como Apoyo.
— Como Consolador.
— Como Vínculo que me una contigo.
— Como dulce Huésped del alma…
Y así renovarás la faz de la tierra. Amén.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía, Señor, tu Espíritu y serán creados. R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oración
Oh Dios, que has ilustrado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que guiados por el mismo Espíritu, sintamos rectamente y gocemos siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

Veni, Sánete Spiritus, reple tuorum corda fidelium et tui amoris in eis ignem accende.
V. Emitte Spiritum tuum et creabuntur. R. Et renovabis faciem terrae.
Oremus
Deus, qui corda fidelium Sancti Spiritus illustratione docuisti, da nobis in eodem Spiritu recta sapere, et de eius semper consolatione gaudere. Per Christum Dominum nostrum.

Amen.

San Cayetano, ¡condúceme por la senda del bien!
Yo imploro con todo mi afecto
tu eficaz protección.
Que pueda imitar tu ejemplo diligente,
oh santo milagroso.
Ayúdame en el mal y en el bien.

Ven, Espíritu Santo,
amigo entrañable,
persona viva y siempre disponible.
Sin tu dulce ayuda
no podemos decir ni «Jesús es el Señor».
Ven, protector en todo momento,
salvación que se hace patente.
Sana nuestros corazones destrozados
por el desamor y el pecado.
Sana las heridas
que nos deja la vida.
Enséñanos a vivir
desde la entrega generosa
de la propia vida.
Aconséjanos en todos los proyectos,
pues no queremos hacer nada
sin contar contigo.
Compañero del alma,
fortalece nuestros pasos vacilantes,
ilumina nuestra oscuridad,
consuela nuestras tristezas,
ya que Tú eres el Señor y dador de vida.
Ven a nuestra cabana
y comparte con nosotros
el deseo de tener los mismos sentimientos
del corazón del Redentor.
Ven ahora y por siempre
para, como llama mansa y humilde,
caldear nuestras frialdades.

Amén.