Libro de otras Oraciones
······· Pide Oraciones ·······

Libro de otras Oraciones:
Espíritu Santo consolador

¡Espíritu Santo Consolador, que en el día santo de Pentecostés descendiste sobre los Apóstoles, y henchiste aquellos sagrados pechos de caridad, de gracia y de sabiduría!: Suplicóte, Señor, por esta inefable largueza y misericordia, hinches mi ánima de tu gracia, y todas mis entrañas de la dulzura inefable de tu amor.
Ven, ¡Espíritu Santísimo!, y envíanos desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, ¡Padre de los pobres! Ven, dador de las lumbres, y lumbre de los corazones. Ven, Consolador muy bueno, dulce huésped de las almas, y dulce refrigerio de ellas. Ven a mí, limpieza de los pecados, y Médico de las enfermedades. Ven, fortaleza de flacos, y remedio de caídos. Ven, Maestro de los humildes, y destruidor de los soberbios. Ven, singular gloria de los que viven, y salud de los que mueren. Ven, Dios mío, y dispónme para Ti con la riqueza de tus dones y misericordias. Embriágame con el don de la sabiduría; alúmbrame con el don de consejo; confírmame con el don de la fortaleza; enséñame con el don de la ciencia, hiéreme con el don de la piedad y traspasa mi corazón con el don del temor.
Dulcísimo amador de los limpios de corazón, enciende y abrasa todas mis entrañas con aquel suavísimo fuego de tu amor, para que todas ellas, así abrasadas, sean arrebatadas y llevadas a Ti, que eres mi último fin y abismo de todos los bienes. ¡Dulcísimo amador de las almas limpias!, pues Tú sabes, Señor, que yo ninguna cosa puedo, extiende tu piadosa mano sobre mí, para que así pueda pasar a Ti. Y para esto, Señor, derriba, mortifica, aniquila y deshaz en mí todo lo que quisieres, para que del todo me hayas a tu voluntad, para que toda mi vida sea un sacrificio perfecto, que todo se abrase en el fuego de tu amor.
¡Quién me diese que me quisieses admitir a tan grande bien! Mira que a Ti suspira esta pobre y miserable criatura tuya, día y noche. Tuvo sed mi ánima de Dios vivo: ¿cuándo vendré y pareceré ante la cara de todas las gracias? ¿Cuándo entraré en el lugar de aquel tabernáculo admirable, hasta la casa de mi Dios? ¿Cuándo me veré harto con tu gloriosa presencia? ¿Cuándo por Ti seré librado de la tentación, y en Ti traspasaré el muro de esta mortalidad? Oh fuente de resplandores eternos, vuélveme, Señor, a aquel abismo de donde procedí, donde te conozca de la manera que me conociste, y te ame como me amaste, y te vea para siempre en compañía de tus escogidos.

Amén.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email



  

Libro de otras Oraciones:
Poesía religiosa a los ángeles

Yo las amo, yo las oigo, cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente o el balido del cordero.
Como los pájaros, ellas tan pronto asoma
en los cielos el primer rayo del alba le saludan con sus ecos.
Son los ángeles de la aurora,
que permanecen con nosotros a toda hora.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email



  

Libro de otras Oraciones:
Ofrecimiento de obras

Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email



  

Libro de otras Oraciones:
La hora del espíritu

A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.
Oh Espíritu, desciende;
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.
La fuerza y el consuelo, el río de la gracia
y de la vida derrama desde el cielo;
la tierra envejecida renovará su faz reverdecida.
Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado,
alabanza y honor le sea dado.

Amén.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email



  

Libro de otras Oraciones:
Cántico de María (Magníficat)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre.




  Quiero recibir nuevas respuestas sobre éste tema por email